Después de esperar más de dos horas, sin clase, sin rumbo, sin nada quehacer, sin tener a donde ir, Parmenides tenia la ilusión de ver a Carmen para poderla llevar a su casa con el pretexto de entregarle una bufanda que se le había olvidado en el carro días antes. Ella salio acompañada de sus amigas y de todo su grupo-cosa que le desagradaba a Parmenides porque lo ponía algo nervioso y no podía operar como el quería- así que tuvo que esperar a que todos y cada uno de los compañeros se fueran para acercarse a ella y proponerle sus planes, recordarle sobre su bufanda y encontrar ese espacio ansiado de estar con ella para hablar de los dos- siempre existía evasión a el le molestaba muchísimo y lo hacia sentir peor- después de algunos minutos de casi rogarle ( solo le faltaba hincarse para convencerla) subieron al transporte escolar, pasaron por donde carmen se tenia que bajar para llegar a su casa, ya se había arrepentido y se disponía a tocar el timbre, cosa que Parmenides no dejo y tuvo que sacar la personalidad algo autoritaria, resignada ella y contentísimo él, la contemplaba (el amor de su vida estaba a milímetros de su piel, se llenaba de su compañía se iluminaba con su aura) se sentía flotar en una atmósfera limpia sin contaminación , transparente, su mente: libre de contradicciones, sin limites tangibles, se sentía ganador, rompía el record de estar con ella mas de 5 minutos.
Carmen no quiso entrar así que espero a Parmenides en un café cercano en lo que el muchacho visiblemente extasiado entro por la bufanda y salio en no mas de 2 minutos, la tomó de la mano ( nunca lo había hecho) quería que el mundo los viera, salir en los periódicos, obtener el reconocimiento eterno. Tomaron el camión de regreso agradeciendo que el transporte publico fuera malísimo y tardaba mucho, sabedor que el tiempo se le derretía en la manos influido por fuerzas extrañas, internas; desconocidas, así de la nada abrazo a Carmen, listo para devorarla, le dio tremendo beso de 0.90 segundos!!!!!!!!!!!!!!!!!! -no mames que chingón aaaaaaaaaaaaaaaa- pensaba Parmenides, cargado del sentimiento mas puro y noble muy raro para estar en el siglo XXI. Ella correspondió, respondió con extrañeza, convencida; satisfecha, el resto del camino se torno a un clima semi erótico, se quisieron, se entregaron, abrazados, sus corazones se fundieron, fueron una lámpara infinita de luz cegadora; eran uno solo, una hola de ternura los ahogaba, envolvía, fueron dioses purificándose.
Ya entrados en lo que iban era tal su entrega que olvidaron donde se tenían que bajar así que alargaron su experiencia, extendieron el placer, sumergidos en el momento no veían nada estaban idos de la mente, en blanco, en cero, la sangre se calentaba, corría por sus cuerpos como río a punto del colapso, alimentaba el deseo, disolvía los temores. Los llenaba de amor.
Parmenides parecía drogado, estaba perdido en sus adentros, ya hacía planes buscaba el futuro, se encontraba junto a ella; Para siempre, el veneno entro y contamino su mirar, no pensaba. El camino a casa de Carmen no importaba, había mucha tierra, magueyes ultrajados, escombro, casas semi destruidas, no era el idóneo para amarse pero fueron capaz de convertirlo en el mejor lugar lleno de luz, brillante, se bañaban en el desierto urbano con los rayos de sol multicolor, carmen se daba, estaba inquieta; cuestionaba, algo no le parecía correcto, se diluía en conceptos, buscaba explicaciones; las pedía, aparecían ideas de culpa, se perdía en definiciones. Cerca de despedirse con el autoestima en el cielo, sin barreras, dispuesto a todo la acompaño hasta su departamento, entro, se sentía en un sueño tenía miedo de despertar, la tomo de la cintura, beso su carne, la probó, apoyado por la luz tenue la acariciaba, la disfrutaba, ella se dejaba querer tocar, gozar, iluminados por el amor carnal los sentidos respondían al llamado, lejos de la lujuria, él, como hombre respondió a la situación, se alejaba, no quería demostrar pensamientos sucios; inexistentes, era la entrada a un túnel deseado no existían miradas condenatorias, risas burlonas, fue lo mejor, la cita perfecta, el cenit. Entre besos y caricias candentes, el reloj se había detenido, las manecillas se fragmentaban respetando los cuerpos y Carmen desapareció en la penumbra.