ESTALLIDO
Una fuerza que resta las ganas de respirar, la negación de la necesidad por sentir, el concepto de tus risas y el hechizo de esos ojos que prendieron mi perdición. El llanto que no alcanza a fugarse pero corre sobre unos intestinos hambrientos y marcados con tus uñas que dejaron ese olor tenue pero infinito a diosa y desconfianza, como una copa de vino que se toma conciente sabiendo la corrosión de su dependencia, una copa que no corta con su filo, solo con lo quebrantable de su contenido, de la dureza con que hace sentir, de la tristeza con que amanece. Pensando lo que no quiero recordar, imaginando lo absurdo que es pensar en quien ni siquiera recuerda tu sombra. Lo peligroso que es sentir.
Lo fugaz que puede ser la confianza y lo doloroso que resulta un tubo en la cabeza que no esperas, y la parte en dos sacando todos tus pensamientos a chorros, empapando la cortina de humo que te cegaba y ahí estas regado en el espacio.
Lo fugaz que puede ser la confianza y lo doloroso que resulta un tubo en la cabeza que no esperas, y la parte en dos sacando todos tus pensamientos a chorros, empapando la cortina de humo que te cegaba y ahí estas regado en el espacio.