viernes, junio 29, 2007

El infierno siempre arde
Su calor inquietante no termina
Como la verdad escondida en una caja fuerte
Esperando ser descubierta y difundida
La llave de tu cuerpo
Abierto a todo el mundo
Como murallas devastadas por un soplo perverso
En el oasis negro cultivado en tus demonios

El silencio es la excusa más pobre y peligrosa
Tan eficaz ignorar y no pensar ni en un carajo sentimiento
Mostrando el cuerpo y mente casi transparente
El sudor recorre la piel y moja las comisuras de la carne
Los ojos buscan una línea de sonido
En la fuente de tu monumental y carnosa boca
El cerebro le reclama a las tripas él haberle convencido
Y se revuelcan y desaparecen y se intoxican y se muerden

Las lágrimas empapan las pupilas de hierro
Y reflejan en un océano iluminado por bloques de hielo
Como flechas consumiendo las estrellas subterráneas
Creciendo por la vereda estéril
Con serpientes como presas y auroras tambaleantes
Entre el vivir mañana y no seguir hoy
En medio de esta noche ensangrentada

El saber de mis fracasos anteriores desapareció en las llagas
Intoxicadas con tu sonrisa de yeso y removió las arenas
Al borde de un pantano cayendo a tu regreso
Un suicidio involuntario en los espesos fondos distantes
De tu corazón encarcelado y puertas que se cierran
Ciudades que tiemblan cuando la marea
Resplandece a tu silencio desbocado.